LA DECISIÓN DE CRISTINA
La decisión de Cristina de
integrar como candidata a vicepresidenta una fórmula con Alberto Fernández, más
allá de lo electoral, abre un nuevo tiempo político. Prepararse para afrontarlo
significa comprender a fondo tanto esa resolución como las condiciones que la
hicieron posible. Primero que nada: si Cristina puede tomar esta decisión es
porque goza de libertad y mucho poder, dos cosas que la diferencian de lo que
ocurrió con otros ex presidentes de gobiernos populares en América Latina,
presos como Lula o exiliados como Correa. Y la libertad y el poder son una
conquista de la militancia, que sostuvo la llama del kirchnerismo en estos
oscuros años neoliberales, cuando la regla era la autocrítica seguida de
defección.
¿Cuál fue la gran discusión en
estos años dentro del peronismo? El liderazgo de Cristina. La militancia decía
que tenía que conducir para garantizar una oposición frontal y competitiva; el
sector “dialoguista” decía que no, porque había que “darle tiempo” a Macri (es
notable el eco tenebroso de estas palabras hoy) y porque la época de Cristina había
terminado, motivo por el cual había que abrirse a nuevos liderazgos. Hay que
decir que, “sinceramente”, la militancia tuvo razón. Cristina conduce. De
manera soberana, inesperada, tomó la decisión de poner a Alberto a la cabeza de
la fórmula. Nadie lo previó. Ningún sector del peronismo ni del establishment
fue a pedírselo: ni siquiera se lo imaginaban. Así que el celebrado “triunfo de
la moderación” es un nuevo error de lectura de los analistas políticos. Si
ahora Cristina tuvo margen para elegir a Alberto, es porque no fuimos una oposición moderada y
porque nuestra línea política conservó los votos y la representación de una
parte importante de la sociedad.
Esta es la secuencia que hay que
subrayar: Alberto es candidato por decisión de Cristina, y Cristina tiene poder
de decisión porque la militancia ganó el debate interno sobre el liderazgo. El
condicionamiento de la decisión de Cristina, entonces, no procede de la
discusión interna del peronismo sino de la coyuntura económica actual y
venidera. El gobierno de Macri deja una deuda externa del 100% del PBI con un
Fondo Monetario que no renegocia y una deuda interna salvaje con tarifas
dolarizadas, pobreza mayor al 40% y desempleo del 12%. El próximo gobierno
tiene que garantizarse una coalición amplia para poder enfrentar tamaño
desastre y sujeción extranjera. Pero el quid de la cuestión es éste: la
convocatoria para esa coalición no está destinada únicamente a la dirigencia
política sino, y sobre todo, a la sociedad en su conjunto En su libro Sinceramente, Cristina menciona una y
otra vez la necesidad de que la sociedad se haga cargo de su propio destino,
transformando la bronca y la queja en participación política. El nuevo contrato
social no propone un acuerdo de cúpulas sino una “ciudadanía responsable”, que
se meta de lleno en la discusión pública. Podríamos traducirlo así: la
soberanía nacional requiere “soberanía personal”, es decir, hacernos responsables
de nuestros propios sueños y decisiones.
Vamos yendo al grano. La decisión de Cristina no es
un triunfo de los operadores políticos sobre los militantes ni de la intriga
palaciega sobre la organización popular. Es exactamente lo contrario. La
militancia involucra asumir la mayoría de edad, hacerse cargo de la vida poniendo
el cuerpo y no delegar/demandar a otro la solución de los problemas. En ese
sentido, la reivindicación kirchnerista de la militancia juvenil, la
construcción del empoderamiento silvestre y la noción de “ciudadanía
responsable” sostienen la misma divisa: la militancia vence al tiempo.
Si lo anterior es cierto, lo que viene en Argentina
distará mucho de ser esa ciudadela socialdemócrata de baja intensidad que
imaginan los analistas políticos. La candidatura de Alberto tiene mucho que ver
con la terrible dificultad del escenario económico y geopolítico a partir de
2020 y muy poco que ver con las columnas de José Natanson. Después del 10 de
diciembre de este año, no volvemos a nuestras casas a esperar que Alberto y
Cristina ordenen el desastre de Cambiemos. Pensar de esta manera es no haber
comprendido el espíritu del kirchnerismo (ni del peronismo). A la decisión
militante de Cristina le tiene que seguir la decisión de todos los demás.
PERÓN INTENSO: “UNA
CULTURA POLÍTICA NO SIGNIFICA QUE HAYA 7 U 8 POLÍTICOS SABIOS Y VARIOS MILLONES
DE IGNORANTES”
Por estas horas se cita mucho al Perón de la
vuelta, especialmente su frase: “Este es un país politizado pero sin cultura
política”. Los cabilderos, los periodistas y los analistas políticos la
comprendieron mal. Anhelan que la nueva era se resuma en esta imagen: una
pantalla partida donde a la izquierda los políticos debaten republicanamente en
el Congreso mientras a la derecha la gente se dedica tranquila a sus cosas.
Proponen la utopía del “hombre común”, que lleva en su frente la frase “No todo
es política” pegada con adhesivo para que no lo molesten. Aclaremos este asunto
yendo directamente a las fuentes: en concreto, 1968, Perón, en un reportaje con
Bernardo Neustadt:
Nos hicimos cargo de
un país donde los ciudadanos no se interesaban por la cosa pública y la cosa
pública es uno de coeficientes de salvación de los países. En mi concepto, el
primer paso para elevar la cultura política es politizar el país. Por eso
nosotros tratamos de politizarlo intensamente haciendo que cada uno se
interesara por todos. Es decir, eso que ahora peregrinamente se descubre como
“participación”. Ahora, cultura política no significa que haya 7 u 8 políticos
muy sabios y varios millones de ignorantes. Lo que sirve es que el nivel medio
de los ciudadanos eleve su cultura política; y entonces se solucionarán todos
los problemas. Cuando los hombres del pueblo se ponen en una apatía
generalizada, todo se vuelve peligroso; y eso es lo que está pasando en la
República Argentina.
Como se ve, “cultura política” y “politización” son
parte de un mismo proceso. Incluso más: la politización de la sociedad es
imprescindible de cara a una renovación de la cultura política. La etapa de
politización, abierta por Néstor y Cristina, no terminó, y esto por la sencilla
razón de que los penosos años de Macri intentaron, a veces consiguieron, peinar
a contrapelo esa construcción colectiva y retraer a cada ciudadano a su
individualidad. La decisión de Cristina interviene en este escenario, regado de
discursos meritocráticos, presos políticos, premiación de carneros y represión
a la protesta social. El video donde anuncia su candidatura a la vicepresidencia
también invoca la necesidad de regresar a La
comunidad organizada como un antídoto contra el egoísmo y el individualismo:
no hay ciudadano que se realiza en una comunidad que no se realiza. Ella misma,
como siempre, aporta el primer ladrillo, la piedra fundamental de la
construcción: decidir no postularse como presidenta significa deponer lo
personal ante el Movimiento y la Patria. Esa es la decisión de una militante,
no de un armador político. ¿Quién más en la política argentina, en la historia
argentina, está al nivel de un gesto así? Y nuevamente, como siempre, hay que
ser fiel a esta invitación y llevar la buena nueva a todas partes. Como en la
historia de El maestro ignorante de
Rancière, aquí “El que enseña sin emancipar, embrutece”. Es la militancia
organizada la que arrastra mayor preparación para cumplir este objetivo.
Perón, en La
comunidad organizada, opone el disfrute del bienestar privado a la difusión
de ese disfrute. También se puede decir así: la felicidad no es verdadera si no
es felicidad del pueblo. Por lo tanto, la felicidad del pueblo, si queremos
realizarla contra el egoísmo y el individualismo, no puede consistir en la
felicidad del mundo tal como es, orientado al estilo de vida justamente
individualista, signado por el confort personal y la aceptación del statuo quo.
Cuando los hombres del pueblo se ponen en
una apatía generalizada, todo se vuelve peligroso. No hay que olvidar esta
frase de Perón: a la catástrofe macrista llegamos precisamente por el triunfo
coyuntural de la apatía encarnada en el discurso “light” de Cambiemos. Por eso,
al igual que la libertad, la felicidad es una construcción y una conquista, y
esa tarea demanda dos cosas: creatividad y organización. Para fundar una nueva
comunidad hace falta inventar; para sostener la tarea de invención, hace
falta organización. En el proceso de politización, la ciudadanía será co-responsable,
con ingenio y disciplina, de inventar su propio destino.
Por lo demás, la profundidad de los objetivos de la
militancia no tiene que sacrificarse en aras de un “nuevo tiempo”. Al contrario.
La decisión de Cristina, la decisión de que Alberto Fernández sea el candidato
a presidente, es táctica. Y la táctica no es el proyecto. El proyecto es la
emancipación y no se suspende por mal tiempo, aunque deba incorporar abrigos
impermeables en medio de la tormenta.
12 comentarios:
Brillante
Muy bueno Nico, realmente abre un campo de pensamiento y militante!!!
Muy bueno.
Excelente!
Uf! Exelente!!! El proyecto es la emancipación y no se suspende por mal tiempo❤️
Excelente ! Gracias Nicolás!
Muy buen análisis!
Excelente, Nico.
Excelente nota de la que concluyo algunos puntos: 1) la decisión de Cristina le permitirá manejarse con una libertad mental que seguramente será beneficiosa para todos los argentinos, 2) la realidad nos demuestra que por suerte los tres años y medios de éste gobierno no han podido "desarmar" la masa militante formada x el Kirchnerismo en sus doce años, 3) ya lo veía Perón con su gran claridad que faltaba concientización política en gran parte del ciudadano común y creo que aún falta muchísimo. Igualmente la situación actual nos deja abierta una gran esperanza en volver a reconstruir lo perdido en estos ultimos años, pensemos que podríamos haber tomado el equivocado camino de los brasileros, ello demuestra que nuestras organizaciones obreras no en vano se han destacado en Latinoamérica ✌️
Excelente análisis, con proyección a presente y futuro.
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