miércoles, 31 de julio de 2019

EL “INDECISO” ES EL OTRO: ANÁLISIS DE UNA PROYECCIÓN Y APORTES PARA UNA CURA


Por Nicolás Vilela

¿Qué hay que hacer para ganar en octubre? Últimamente escuchamos la respuesta mágica: hay que persuadir a “los indecisos”. La premisa es que el electorado se divide en tres tercios: kirchneristas, macristas e indecisos. Este último grupo incluiría a todos aquellos que no quieren ni una “vuelta al pasado” ni una “continuidad del cambio” y cuya agenda sería “de centro”, despolitizada, individualista. Consecuentemente, si hay dos grupos que ya tienen decidido su voto, el objetivo de la militancia sería disputar el sentido común de este tercio. ¿Cómo? Aumentando la escucha y la autocrítica, la moderación y la persuasión; disminuyendo la intensidad identitaria y la entonación confrontativa… Suena lógico. Incluso natural: la “canción del indeciso” aparece con pareja persistencia cada dos años, desde hace mucho tiempo, en los medios de comunicación masivos. Véase el título de esta nota de Clarín de 2003: “Ante la paridad, define cómo voten los indecisos”.  Y sin embargo…

Vayamos al grano: el antiquísimo problema de cómo “seducir” a los indecisos (generalmente, virando hacia la derecha), la fastidiosa letanía de que “hay que hacer propuestas para los votantes independientes no ideologizados”, “Mengano resta, sáquenle el micrófono”, etcétera, son sólo una manera elegante de rehuir el hecho de que los auténticos “indecisos” somos nosotros, que no nos atrevemos a lanzarnos sin red a ganar la elección, con el arrojo épico y desesperado que reclama la coyuntura. Es decir, si realmente creemos que estos comicios son determinantes, si realmente somos conscientes del inmenso peligro de que gane Macri, ¿qué hacemos comentando la campaña en redes sociales, opinando como sujetos de focus group sobre los spots de los candidatos y divagando con teorías nunca aplicadas?

Es necesario dejar de proyectar la indecisión en un “otro” brumoso, inventado por las encuestas y mitificado por el marketing. La pregunta militante no es cómo convencer indecisos, sino sobre todo: ¿estoy yo decidido a comprometerme de manera (digamos) “existencial” en ganarle a Macri? ¿O me voy a dedicar a comentar la campaña como si no me fuese la vida en ello, con el mismo espíritu crítico con que miro una serie en Netflix? El primer indeciso que hay que sumar, invitar, seducir, es cada uno de nosotros y cada una de nosotras.


PERSUASIÓN NO ES MODERACIÓN

En Puntos de reflexión, el lingüista cognitivo George Lakoff escribió que “el centro ideológico no existe”, que no hay gente “de centro,” porque es imposible que la mayoría de los asuntos puedan colocarse en una escala lineal y los moderados estén siempre en el punto medio -de hecho, muchos son asuntos de «sí o no»: no hay escala. Lo que existen, en cambio, son personas tienen opiniones conservadoras en algunos temas y progresistas en otros (biconceptuales, las denomina). Por lo tanto, la tarea del “progresista” al que Lakoff dirige el libro es la generación de marcos de sentido que activen las opiniones justamente más progresistas que tengan los biconceptuales (lo que es muy distinto de “girar hacia la derecha” para estar más cerca del centro, porque esto refuerza los valores de la derecha).

Sucede lo mismo con los “indecisos”. En cualquier recorrida “casa por casa”, la experiencia militante comprueba que, en efecto, el “indeciso” no existe como tal. Lo que hay en ese famoso tercio es un conglomerado de personas muy diversas: ciudadanos que tienen simpatías por tal o cual pero postergan la decisión, interesados por la política que dudan a quién votar, despolitizados que están decididos a no votar a nadie, incluso votantes de opciones distintas (Del Caño, Lavagna), etc. En ningún caso se trata de un indeciso promedio “de centro”; en muchos casos se puede encontrar un marco que active zonas de vecindad con nuestras propias opiniones. Entonces lo que hace un militante es posibilitar un diálogo sobre la base de esos marcos en común, optando por aspectos y modos de encarar el discurso propio que sean audibles para el vecino en cuestión. El escamoteo de la propia identidad no es una alternativa: lo auténtico y lo sincero son rasgos apreciados por muchos de esos votantes “independientes” que, por el contrario, desconfían cuando alguien se presenta como lo que no es.

Aparte, si la proximidad es un valor, entonces la militancia de cada uno dentro del entorno inmediato (su barrio, club, fábrica, universidad o familia) se convierte en un activo clave para ganar las elecciones. El elemento de cercanía (de referencia laboral, territorial o afectiva) garantiza una cuota importante de autoridad y persuasión…Por eso tenemos que multiplicar y coordinar los esfuerzos. Cuantas más personas se dediquen a estas militancias mayor llegada tendrá nuestro discurso. De hecho, la masividad y descentralización de la militancia es la única manera en la que podemos competir con la masividad y descentralización de la televisión, que también hace campaña de proximidad y “casa por casa”.

Entonces el primer paso, esencial para salir a convencer a los míticos seres que “no piensan como nosotros”, es organizar el pasaje masivo a la militancia de todos los que sí piensan como nosotros; o sea que “hablarle a al núcleo duro” es condición fundamental para que se pueda “pescar fuera de la pecera” –en resumen: la táctica militante de hablarle a lo propio y la táctica persuasiva de hablarle a lo ajeno son simplemente dos momentos de la misma estrategia militante.


UNA GRAN CAMPAÑA CIUDADANA

En efecto, sólo la militancia tiene estrategia. Y como la militancia es condición de posibilidad de todo lo demás, quedo claro que la decisión más importante es sumarse a militar. Miremos la agenda macrista: destrucción y caos. No parece el momento más adecuado para hacer comentarios, actuando como si fuésemos “indecisos”, sobre qué nos parece el desarrollo de la campaña. Al revés, es tiempo de que los “indecisos” de nuestro núcleo duro, que no saben si salir a militar o quedarse comentando, salgan a la calle. El contrato de ciudadanía responsable propuesto por Cristina significa exactamente eso: hacernos cargo.

El repunte del ballotage 2015 no puede explicarse por “la persuasión de los indecisos” o porque, al comentarla, hayamos mejorado la campaña de los candidatos. Se explica porque los argentinos desarrollamos una gigantesca campaña ciudadana, un estado de militancia semi generalizado que alcanzó formas creativas y virales de disputar el sentido común. Aquella vez no alcanzó; ahora hay que empezar más temprano y con más fuerza, A esta elección no la definen los indecisos: la define la militancia.

1 comentario:

profemarcos dijo...

Espero que use la razón y no la épica, pues mezcla una caterva de "inexactitudes" cómo "Miremos la agenda macrista: destrucción y caos", evitando decir que fue apoyada, con votos y abstenciones, por Bo$$io, Ottavi$, $cioli y varios más que entraron por el FPV.