viernes, 11 de enero de 2008

"un método más cercano a la praxis, quizás más científico"


Dice Charly Gradin en un reciente post:

Toda la línea argumental de PLANTA se orienta a recuperar ciertos materiales (obras de arte, poesía, conceptos) de un campo enemigo, el de una crítica errada que abarca gran parte de la producción teórico-crítica del siglo XX. Recuperarlos, entiendo, para devolver dichos materiales a un campo de discusión y análisis más productivo, a un análisis de situaciones económico-políticas concretas, fuera de las fantasmagorías y el devaneo teórico-abstracto. No parecen interesados por las especulaciones sobre el estatuto de los objetos en las sociedades modernas, según Agamben, en Estancias, y su repaso del imaginario medieval, el amor cortés, la psiquis del fetichista o el lenguaje según Heidegger. [...] Como si se pudiera, y fuera necesario, distinguir entre un análisis de superficie, reducido a estas elaboraciones, y un método más cercano a la praxis, y pegado a los objetos, quizás más científico. En este punto, los artículos logran su mayor eficacia desmontando enfoques teóricos y análisis, y poniendo en escena una discusión que de por sí es 'útil' más allá de la justicia que hagan a los textos evocados. En principio, hacen lugar para poner en el banquillo un bloque de autores y conceptos que tienden a ser leídos como puras conclusiones, probadas y listas para entrar en acción a pedido del usuario.



Charly viene publicando hace tiempo post relacionados con los artículos sobre crítica, y en esta última lectura parece sacar de esos artículos algunas pistas para leer el conjunto de la revista, como proyecto, por decirlo de algún modo. Tomando en cuenta la disparidad de esferas de trabajo, temáticas, disciplinas y prácticas que los textos publicados en PLANTA analizan, que esta lectura integradora sea al menos plausible resulta satisfactorio y prometedor, y de algún modo puede ayudar a corroborar la eficacia del gran método merceológico.

Donde Charly no se siente tan satisfecho es en la valorización de las obras de arte que implicaría la merceología como teoría estética; de hecho, en su larga paráfrasis del artículo publicado en el 1er nr. ("Merceología y campo trascendental...") utiliza la expresión obras-de-arte con notable insistencia. Y la razón le asiste, en su desconfianza, pues la merceología nunca se propuso como una "teoría de la obra de arte", sino como una teoría del valor de uso en tanto soporte material del valor de cambio. En el post de Charly, esta definición no es pasada por alto, sino precisamente contrastada con su translación inmediata a la esfera artística, literaria más precisamente: se trataría de descubrir las posibilidades inherentes de encarnación crítica que comporta la merceología, y con una manifiesta preocupación por la implícita canonización que este gesto conllevaría. No puede verse un riesgo mayor aquí, dado que si descartáramos todas las obras de arte de la humanidad que no toman en cuenta la diferencia entre valor de uso y valor de cambio como tema privilegiado, no sólo perderíamos los poemas de Carlos Battilana, sino también el teatro de Shakespeare, las sonatas tardías de Beethoven y, fundamentalmente, los discos de The Ramones que en el artículo específicamente se mencionan. No existiendo la necesidad de emigrar a una isla desierta con una única valija de libros impresos y discos analógicos, emprender tal selección carece por completo de sentido. Y no es, tampoco, el objeto propuesto para la merceología.

Pero, así como no cabe la totalidad de los libros útiles en una valija, es igualmente cierto que no hay lugar en un solo universo para todas las repugnantes teorías de la cultura que el siglo XX ha engendrado, y este es, más focalmente, uno de los interés que sí competen a los textos merceológicos. Su campo de acción no es tanto el armado de planes de estudio de historia de la literatura como la discusión de posturas críticas: más en detalle, de las posturas críticas que ha asumido hasta la fecha la crítica cultural de izquierdas. En todo caso, la interface entre la merceología como teoría económico-general:
cultura << >valor de uso< >> valor de cambio
y la crítica como práctica concreta movida por fines igualmente concretos no debe buscarse en la canonización, que se implementa muy en otra esfera: más bien, se trataría de poder determinar problemas de método (para regurgitar el dictum de Sergio Raimondi, tan acaloradamente celebrado en aquel artículo) tocantes a la esfera de acción crítica: y son estos mismos problemas y estas mismas abstracciones las que Charly encuentra como constante en la "línea argumental" de la revista: el análisis de lo concreto, el interés por las formas de producción, la desconfianza de la filosofía y de toda forma de teoricismo superfluo, la necesidad imperiosa de caracterización de la coyuntura en cada esfera tratada, el interés por fenómenos históricos y contemporáneos desde el punto de vista de su inserción económico-política real y no de su legibilidad interpretativa, el amor por la industria, por la ciencia, por el buen software, etc.

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