miércoles, 14 de marzo de 2018

La mentira de María Eugenia Vidal

El extraño hábito de elogiar a los adversarios: una pérdida de tiempo. Distinción superflua entre Macri y Vidal. Para el final, la pregunta militante. - por Damián Selci

publicado originalmente en Argentinos Online



La desesperación tiene cara de gobernadora de la Provincia de Buenos Aires
 
Dentro de todas las cosas equivocadas que se pueden decir o pensar en esta época, una de las más comunes es la siguiente: “María Eugenia Vidal no es como Macri”. La premisa de esta aseveración se revela límpidamente. Macri sin dudas es de derecha, empresario, y por ende trata a todo el mundo como si fuese su patrón. En cambio, Vidal “hace política”. ¿Qué es esto? En lugar de imponer, negocia. En lugar de tener offshores, tiene sensibilidad social. Por eso, cuando Vidal realmente cierra escuelas, realmente vacía hospitales, realmente reprime trabajadores y beneficia escandalosamente al sector financiero, realmente ajusta y endeuda, los analistas políticos caen en una especie de estupefacción; es como si fuese inesperado que ella también cometa actos de gobierno típicamente neoliberales, es decir, típicamente de Cambiemos: “hay que reconocer que, en esto, Vidal no se diferenció de Macri…”

La perseverancia de la distinción Macri/Vidal tiene causas de todo tipo. La primera y más débil exhibe una naturaleza electoral: “Vidal tiene mejor imagen, más aprobación que Macri”. Esto es cierto, pero inocuo. La (relativa) buena imagen de Vidal no depende en absoluto de su gestión, de su sensibilidad ni de su comunicación. La explicación es más pedestre: los intendentes no la critican. Es realmente fácil tener una elevada imagen si, además de contar con un macizo aparato de propaganda público-privado, los dirigentes opositores no solamente no señalan su pésima gestión y las motivaciones antipopulares de su política, sino que, además… ¡la elogian! Este rol ha sido cumplido por una mayoría casi absoluta de referentes del peronismo bonaerense, encabezados por Gustavo Menéndez, presidente del PJ e intendente de Merlo… Se torna previsible, por lo tanto, que aparezcan notas en los portales afirmando que nadie en el peronismo desea enfrentar a Vidal en 2019 porque es “ir a perder” –y esto es todavía un poco peor que una profecía autocumplida: es una infiltración.

La segunda razón de la distinción tiene un justificativo táctico: “Vidal es distinta que Macri” deja de ser una descripción y se convierte en una manera de, digamos, “explotar las contradicciones internas de Cambiemos”. En otras palabras, es como si al decir que son diferentes, los estuviésemos diferenciando en realidad. ¿De qué manera? Bueno, si instalamos que “Macri gobierna para los ricos, pero Vidal tiene sensibilidad social”, entonces tal vez Macri empiece a temerle a Vidal y trate de combatirla, lo que generaría la reacción defensiva de ella, dando así lugar a algunos “gestos de distanciamiento”… La inocencia de este planteo resulta llamativa: Macri y Vidal no forman una alianza política entre sectores diversos con margen para establecer entre sí algún tipo de “relación de fuerzas”; a la inversa, Vidal es Cambiemos en estado puro. Esto no significa que “piensen igual en todos los temas”, significa que Vidal no tiene otro apoyo dentro de la alianza gobernante que no sea exactamente el mismo de Macri. O sea, y para decirlo todo, Macri-Vidal no se superpone con Cristina-Scioli: había sectores internos que “preferían” el sciolismo al kirchnerismo. Vidal no goza de estas preferencias. Meter cizaña es imposible.

Con la tercera razón, llegamos directamente a la verdad. “Macri y Vidal no son lo mismo” es simplemente la expresión de un deseo. Permite generar la ilusión de que la situación no es tan desesperante como para que sea imperioso organizarse políticamente. Macri es malo, Vidal es buena, significa que ella no nos va a hacer tanto daño; que si… llegara a suceder a Macri en la Rosada, eso casi hasta sería una especie de alivio: se va el empresario malo, llega el Hada Buena… Por lo menos es mujer… Pero esto es exactamente la desesperación.


La militancia como antídoto

La distinción entre Macri y Vidal trata de aliviar la desesperación negra que provoca la sola ideade que después de Macri venga Vidal. No es una descripción, no es una táctica, es un consuelo. Da por hecha la derrota política, y se limita a buscarle el lado bueno; por lo tanto, debe excluirse de la reflexión militante. 

En realidad, la idea de que “Vidal quizá no es tan mala como Macri” es estrictamente homóloga a la ya incomentable teoría de la “derecha democrática”. Estas conjeturas no resultan solamente falsas: también permiten aliviar la asfixia de estar siendo gobernados, efectivamente, por la derecha –y agarrarse de cualquier pequeño indicio de “sensibilidad” para concluir que, bueno, las cosas quizá no son tan graves, no debemos apresurarnos… Hay presos políticos, sí, y Maldonado, sí, pero bueno… Vidal es la sonrisa antidepresiva que oculta la angustia de vivir en el macrismo.No se vota a Macri para votar a Vidal, se vota a Vidal para apoyar a Macri. El que toma las decisiones, el que arriesga, el que vuelve “políticamente aceptable” a Chocobar, el tarifazo y la fuga de capitales, es Macri. Vidal es un aliciente comunicacional: una mentira.

Es cierto que la cultura del elogio por Vidal fue un pretexto del dialoguismo justicialista paraaislar al kirchnerismo. Aunque no funcionó, se propagó un poco más allá de la dirigencia y terminó convirtiéndose en un analgésico del sentido común politizado. Y esto a un costo muy alto: elogiar a Vidal confunde a las bases, desmoraliza, hace perder tiempo. Como casi siempre, es preciso que el comentario periodístico deje paso a la voluntad. La pregunta militante no es cuánto mide Vidal, sino cuánto queremos que mida, y qué vamos a hacer al respecto. Primero viene la voluntad, luego el análisis, nunca al revés. Puede dar prueba de la pertinencia de este método, entre otros, Joaquín Morales Solá. 

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