lunes, 24 de diciembre de 2012

Presentación de LA TENDENCIA MATERIALISTA, por Nicolás Vilela



(Publicado originalmente en Revista Mancilla nr 4. Una versión de este texto fue leída en la presentación de La tendencia materialista el 27/09/2012, en el Museo del Libro y de la Lengua.) 

Hay dos generaciones involucradas en La tendencia materialista. Por un lado, la generación de los “poetas de los 90” antologados en el libro; por otro, la generación a la que pertenecen los antologadores. La publicación de este libro es un reconocimiento y una validación no solamente de los poetas sino también de los críticos, que vienen estudiando la poesía contemporánea hace muchos años y especialmente a través de la revista Planta.

La preparación de La tendencia materialista data de 2008. Desde ese momento a esta parte se fueron publicando varias antologías y varias reediciones de poesía de los 90: la Antología de la Nueva Poesía Argentina, financiada por Viggo Mortensen y con selección de Gustavo López, editor de Vox; Punctum, de Martín Gambarotta, por citar un ejemplo de cada caso. Esto habla de su importancia y visibilización creciente.

Es importante pensar en ese momento de preparación del libro. Los tres antologadores, en aquel entonces jóvenes estudiantes de la carrera de Letras, reciben con entusiasmo la formación universitaria y a la vez perciben sus límites. Aprenden el valor de la crítica y a la vez desarrollan una educación paralela, no universitaria, que transcurre en otro tipo de escenarios: lecturas de poesía, talleres literarios, revistas digitales, reuniones con escritores. En el libro es notable ese careo entre las dos educaciones. Ahí vemos una novedad en términos críticos. Se trata de tres jóvenes interesados en la poesia de su tiempo, en sus contemporáneos, que encuentran que el ámbito de la carrera de Letras no es del todo propicia para ese interés justamente porque no se caracteriza por la recepción de poesía en general y mucho menos de la poesía argentina contemporánea en particular. Hay dos elementos muy importantes entonces: poesía y tiempo presente, que son también los que interesan a los poetas de los 90.

Es poco común que los grandes críticos se ocupen de la poesía; no hay textos de Piglia, Sarlo, o Viñas, por citar algunos, sobre el tema. De hecho hay una famosa tapa del Diario de Poesía donde Josefina Ludmer afirma que no lee poesía. En su ultimo libro, Aquí América Latina, Ludmer le dice a Tamara Kamenszain que no entiende a la poesía y le pregunta “qué pasa en la poesía actual”. La negación de un genero literario entero acentúa un descredito simbólico ya existente y en esa medida es una postura conservadora. De ahí uno de los valores de La tendencia materialista: proponerse como una antología crítica de poesía.  

Por otro lado, el modelo estructural y estilístico del libro proviene de una lectura razonablemente universitaria como  la de  La Argentina en pedazos, de Ricardo Piglia. De ahí parecen surgir las proposiciones breves, sintéticas, contundentes, que no tienen mayor desarrollo ni justificación llevada a término. Esa justificación, la parte analítica digamos, está en los artículos de la revista Planta; ahí se pueden encontrar artículos críticos más extensos y desarrollados sobre estos mismos poetas recogidos en La tendencia...

Entonces se establece un tipo de critica que retoma elementos académicos pero a la vez transita por un carril bien distinto en la medida en que marca como punto principal el problema del valor (por qué estos poemas son buenos o malos, si funcionan o no funcionan) y se acerca más al punto de vista del escritor. En cuanto al estilo, además de la estructuración similar a La argentina en pedazos, hay un modo polémico muy a tono  con la época, incluso antes de que la época asumiera ese tono como principal.

Entonces las preguntas son: qué se está escribiendo, qué de todo eso tiene valor y a la vez para qué hacer un libro de crítica sobre eso que se esta escribiendo y tiene valor. El libro plantea una interrogación sobre el para qué, sobre el uso del saber en relación con un propósito social. Queda claro que uno de sus objetivos principales es ampliar el público lector. De hecho el libro empieza así: “la poesía de los 90 corrió la suerte de ser a la vez muy leída y muy poco leída”. Es una alusión al hecho de que hay una primera línea de lectores que ya conocen a los poetas y para los cuales estos nombres son evidentes, o discutibles o ya discutidos, pero también a que por otra parte hay un desconocimiento general, fuera de esa primera línea de interesados, respecto de la poesía de los 90, y por tanto una búsqueda de interesarlos. El libro tiene esta lógica militante: organizar y convencer a partir de argumentos. También la tienen los textos de Planta y cualquier intervención oral de los antologadores sobre el tema.

Ampliar ese publico lector está justificado en la introducción y no tiene que ver sólo con la calidad evidente de todos los poemas. Es decir: no se trata de cuestiones estrictamente literarias, sino de la capacidad de los poetas para articular problemáticas de largo alcance, trascendiendo esas cuestiones estrictamente literarias. Es fuera del primer círculo de interesados en literatura donde la lectura no existió o no existe. Los temas, los problemas sociales que recorren estos poemas son de una actualidad absoluta en el sentido de que nos son contemporáneos: el balance interno de la militancia de los 70, en Gambarotta; el problema del gobierno y la conducta antiperonista de la clase media argentina, en Rubio; la pertinencia de la contracultura como identidad, en el caso de Casas; el arte como herramienta de sublimación, de materialidad –y de territorialidad, si agregamos las experiencias de Belleza y Felicidad o el taller de ByF en Fiorito- en el caso de Laguna; la descomposición social producto de la convertibilidad en relación con el lenguaje de los jóvenes, en Desiderio; la ubicación de Argentina en el concierto de las naciones, la división del trabajo y las concepciones liberales del mundo, en Raimondi; el ocio y la explotación laboral de los inmigrantes en el caso de Cucurto. Son todos temas que a un lector no especializado en poesía, siquiera en literatura, le remiten directamente a nuestro presente, como también remiten muchos otros ejemplos de poesía de los 90 que no están en la antología (al final del libro hay una cronología de publicaciones de otros poetas de los 90, que abre las puertas a una lectura mucho más amplia).

Por otro lado, resultan novedosos los criterios en el armado del libro. La tendencia materialista es una antología crítica, focalizada, por oposición a las que conocimos hasta ahora, que eran de corte panorámico en el sentido de presentación genérica de autores. Esta decisión de encarar una antología crítica y focalizada es relevante porque significa que hay una atención al paso del tiempo: ya no estamos en el mismo punto que hace 20 años; no hace falta limitarse a la presentación de los autores, sino que hay una posibilidad de leer y argumentar en retrospectiva sobre su valor, y a partir de ahí darlos a conocer. Otro criterio importante es la honestidad intelectual, notoria en la argumentación, en la validez general del aporte crítico, todo lo cual demuestra el triunfo del trabajo por sobre el amiguismo, la rosca, las operaciones de los suplementos culturales o los titubeos de las editoriales. Es el logro de tres personas que trabajaron mucho tiempo para argumentar por qué hay una serie de textos valiosos que merecen ser leídos.

La estructura del libro también tiene peso propio. Primero hay una introducción donde se justifican los criterios antológicos y después hay una breve historia de la poesía de los 90, partiendo de la fundación del Diario de Poesía. Esta parte histórica tiene no solamente el merito de contextualizar los momentos de producción de los diferentes textos, sino también de demostrar que en la poesía de los 90 había un pensamiento en términos de política cultural. Es decir: no da cuenta solamente de los textos sino también de los talleres, los diarios y las revistas, los premios, el sitio digital poesia.com, etc. Que hoy estemos hablando de estos textos, que haya crecido el interés por la poesía de los 90, que haya salido este libro, tiene que ver en parte con que los textos estaban acompañados de esa política cultural de carácter movimentista, que agrupaba diversas líneas poéticas bajo objetivos comunes. 

Por cómo está organizado el material y por la propia cronología de las publicaciones, el armado del libro es una especie de Fenomenología del espíritu en la que cada instancia lleva a la siguiente y finalmente todo se sintetiza en una totalidad.  Parece una historia de la conciencia literaria de la poesía de los 90, siendo que el factor de cohesión de los textos es justamente lo que da título al libro: la tendencia materialista. También son factores de cohesión la desublimación de los objetos de la percepción, el lenguaje como objeto, el trabajo con la oralidad e incuso la contribución del Diario de Poesía a esa fenomenología. La figura de Daniel García Helder es crucial tanto para los poetas como para los críticos. Aparece en los agradecimientos “por su ayuda constante y dedicada”,  lo que marca que la intervención de su parte transciende a la generación de los 90 y llega hasta la actualidad. Hay que reconocer a Helder como un gran maestro de todos estos nombres del libro, alguien que ha contribuído enormemente a esa política cultural de los 90 por su rol en el Diario y porque muchos de los poetas fueron a su taller, donde eran y son rasgos habituales la atención a la poesía argentina y regional, el trabajo con las medicaciones sociales de percepción y la conciencia literaria del autor como núcleo fundamental de la reflexión. Helder jugó un rol central en la sociabilidad del momento en razón de su capacidad para articular diferentes zonas del país (Rosario, Bahía Blanca, Capital Federal) a través de una red de talleres y la gestión de contactos.

El resto del libro está dividido de acuerdo con los modos de percepción que privilegian los poetas (cultural, política e histórico-económica). En cada una de las introducciones los autores toman posición polémica contra el discurso de la posmodernidad. “La percepción cultural” discute que la mezcla de lo alto y bajo en la selección de referencias culturales por parte Casas, Desidero y Laguna -Gilda y Baudelaire, por ejemplo- esté vinculada con una idea de pastiche típicamente posmoderna. “Los poetas de los 90 cortan una segmento del consumo cultural, la cultura joven, y en relación a ella se plantean y definen sus materiales: el rock junto con el cine, la alta literatura junto con la cumbia o el comic junto con la filosfía. En cuanto a la “percepción política” hay una discusión con la idea del fin de los relatos y la presentación de los jóvenes de los 90 como apolíticos  y desinteresados. La refutación, como es correcto, está armada desde los textos: en Rubio, Gambarotta y Cucurto hay una preocupación muy especifica por lo político y una percepción política de la realidad. A medida que el libro avanza se van sumando más mediaciones sociales; esta “percepción política” incluye el dato de la cultura joven, pero hay un objeto político que predomina en los tres autores. En la “percepción histórico-económica”, por último, hay otra polémica con la teoría posmodernidad: la pérdida se centralidad de la economía como factor cognitivo del mundo se refuta con los poemas de Raimondi, donde todos los objetos son percibidos atentiendo a la totalidad de determinaciones históricas y económicas en que están implicados.

La última parte del libro es una cronología de todas las publicaciones (desde el 90 en adelante) que funciona como apertura al resto de la poesía de los 90; no porque hayan sido seleccionados siete poetas significa que no se recomiende leer a los demás: todo lo contrario. Los libros que se mencionan son muy valiosos, como el caso de los de Daniel Durand, que estaba seleccionado para la antologia pero se negó a integrarla.

Por otra parte, este libro refleja la importancia de la constitución de grupos, incluso de cenáculos, en la literatura como factor de aglutinamiento, de discusión y de formación socioliteraria. De ese factor aglutinante, de esa perserverancia en el trabajo conjunto, provienen la calidad conceptual de los textos de La tendencia y su claridad en la unidad de concepción.

La tendencia, entonces, decide difundir la poesía de los 90 y ensanchar su círculo de lectores. También decide establecer una nueva modalidad crítica que incluye o toma como dato la información universitaria y a la vez la cuestiona y complementa. Y hay un objetivo más: servir de caja de herramientas para escritores jóvenes que están empezando o inclusive para los que escriben hace mucho y no han tenido mucho acceso a la poesía contemporánea. Esto última comporta cierta utilidad en un contexto donde la literatura argentina -la narrativa especialmente- no logra salir de recetas antiguas o se malogra en buenas intenciones.

El carácter categórico de las afirmaciones del libro, por supuesto, no cierra la polémica ni la objeción. Ocurre lo contrario. Y ya ha ocurrido, de hecho. Lo interesante, dado el trabajo de investigación que hay detrás de las proposiciones críticas, sería que esas discusiones que el texto abre se hicieran con similar esfuerzo. Un comportamiento automático cuando se publica una antologia es decir “falta X”, “falta Y”. Para que la recepción resulte interesante, más allá de la respuesta automática, sería de esperar que los comentaristas no se limitaran a enumerar qué falta, sino a establecer otros sistemas de lectura, con argumentos propios  y mayor honestidad.

Leyendo La tendencia uno puede concluir que la poesía de los 90 representa lo mejor de la literatura argentina de las últimas décadas y eso sería suficiente para que el libro fuera interesante. Pero hay aparte una novedad en términos de crítica literaria y encare del género antología que lo vuelve aún mejor y más imprescindible.

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